martes, 7 de diciembre de 2010

San Pedro Huamelula


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El municipio de San Pedro Huamelula tiene una población cercana a los 9.000 habitantes y está situada en la zona habitada por los chontales de la costa de Oaxaca, de dialecto huamelulteco. Pocos más de 2.000 viven en la capitalidad, del mismo nombre. La identidad chontal y la práctica del idioma vernáculo, se consideran perdidas de forma irremediable en San Pedro Huamelula.

El nombre original es Huamimilolli que significa “junto al montículo de bledos”. Se compone de huaxtli-“bledos”, tlamimilolli-“montículo” y tlan-“junto o entre”.

Plano de San Pedro Huamelula. De Chontales de Oaxaca. Andrés Oseguera. México : CDI : PNUD, 2004. ISBN 970-753-036-7

A diferencia de otros pueblos chontales que sólo cuentan con un templo mayor, Huamelula se ha distinguido por sus dos edificaciones católicas desde el siglo XVIII, aspecto que nos habla de la importancia ceremonial que tenía el pueblo en la región. Esta doble disponibilidad se añade a la típica división en mitades de los poblados indígenas.

  • En los barrios de arriba se encuentran:
    • La Iglesia de San Pedro. Es el único con párroco. Se celebran las misas dominicales. Contaba con doce niños acólitos y doce visinales, al servicio de los dos fiscales encargados de mantener en buenas condiciones la iglesia y lo que ella contiene. También contaba con un sacristán o "mozo" del párroco.
    • La capilla del Barrio del Santo Niño de Atocha. Cuenta con una organización de cofrados.
    • La capilla de Barrio de Pajaritos. Cuenta con una organización de cofrados. Antiguamente era una simple cruz. Su fiesta es el 20 de mayo.
  • En los barrios de abajo:
    • La Iglesia de San Sebastián. Contaba con doce niños acólitos. Cuenta todavía con dos fiscales.
    • La capilla del Barrio de Santa Cruz. Cuenta con una organización de cofrados. Antiguamente era una simple cruz. Su fiesta es el 3 de mayo.
    • La capilla del Recibimiento, en la entrada del pueblo. Antiguamente era una simple cruz. su fiesta es el 8 de mayo.
Las iglesias de San Sebastián y la de San Pedro, están directamente relacionadas con el municipio. Por el contrario, las capillas siempre han sido independientes con respecto a las autoridades municipales. Los cofrados se encargan de colectar dinero para la celebración anual de la capilla. Cada año se elige a una pareja como representante de la ermita, sufragando la mayor parte de los gastos para la fiesta. 
Los chontales de San Pedro Huamelula pueden participar en una agrupación de su propio barrio o en una de su propia mitad (arriba o abajo):

  • Los negros. (abajo)
  • Los turcos o pichilengües (abajo)
  • Los caballeros (arriba)
  • Los cristianos (arriba)
  • Los músicos (arriba)
En la fiesta de San Pedro (24 de junio), donde se presentan estos grupos ceremoniales junto con los mareños y las muliatas, se entrecruzan tres temáticas que se van narrando durante los cinco días que dura la fiesta.

  • El primer tema significativo se refiere a la conquista de los turcos en las tierras pobladas por los negros provenientes de Jamaica, que en realidad hace alusión a la llegada de los españoles al Nuevo Mundo. 
  • El segundo tema significativo alude a la otra conquista del Nuevo Mundo: la espiritual. En efecto, los cristianos vencen a los turcos, que al final de la representación dejan de ser los conquistadores para convertirse en los conquistados identificados con la religión musulmana. 
  • El tercer tema significativo se refiere a la compra de unas fincas por los mareños que representan a los huaves de San Mateo del Mar. Los que cuidaban dichas fincas o labores eran los caballeros y las daban a trabajar a los negros. A cambio, además de dinero los mareños dan en matrimonio a una princesa huave, representada por una lagarta, al presidente municipal. La lagarta, antes de casarse, es bautizada. En el último día de la fiesta los mareños realizan actividades enfocadas a “presentar” a la lagarta (animal que se encuentra vivo), ante la sociedad, pero sobre todo ante las autoridades eclesiásticas y civiles. El objetivo es lograr la plena integración del animal al universo social y legal que conforma a cada chontal de Huamelula. Sus padres y sus padrinos son los encargados de tal efecto, y, como si se tratara de un recién nacido, se lleva a cabo un bautizo (por las autoridades eclesiásticas), poniéndole por nombre el que lleva la supuesta amante del presidente municipal. Para la ceremonia, el capitán de los mareños, es decir, el padre de la lagarta, es el encargado de conseguir a los padrinos de la misma, los cuales tienen la obligación de proporcionar la vestimenta que llevará en su día solemne. Después de esta celebración religiosa, el conjunto de mareños, acompañados por música de banda, lleva el reptil a las casas del pueblo para obtener dinero. A la hora de la comida, realizada en la casa del padre de la lagarta, los mareños deciden que la “señorita” tiene edad para casarse. No es difícil pensar quién será su futuro marido: el presidente municipal, el cual espera en su palacio la llegada de la comitiva que viene a “exigir” que se lleve a cabo la boda. Esta comitiva se encarga, además de otorgar comida a todo el cabildo del municipio (los roles se invierten, pues en la entrega de la novia comúnmente son los parientes del novio los que llevan los alimentos y no a la inversa), de convencer al presidente de aceptar unirse con el reptil que lleva el nombre de su amante. Ante la negativa del primero, los padres y los padrinos presentan un argumento irrecusable: la pérdida de virginidad, por un supuesto contacto que el presidente tuvo “no hace mucho” con el animal. De esta forma se realiza el matrimonio, que tiene como evidencia el “baile del wachi” (wa, “hijo”, y chi, prefijo de chicante, “tambor”), que se caracteriza por realizarse exclusivamente en las bodas y en donde los parientes de la muchacha bailan con los del muchacho portando una corona de flores que previamente es entregada por los novios. En el momento del baile, los mareños lanzan sus atarrayas a las parejas que bailan, simbolizando con ello la unión de los parientes afines. Posteriormente, el presidente se ve obligado a pagar la dote por la pérdida de virginidad del reptil. Acto contradictorio, pues en Huamelula se exige la dote sólo en el caso de incumplimiento por parte del novio de llevar a cabo la promesa de matrimonio. Pero la lógica del ritual tiene sentido, ya que en realidad los padres de la lagarta no sólo tienen la intención de casar a su hija con el presidente, sino con todos lo integrantes que conforman el cabildo (el juez, el síndico y los cinco regidores), y la novia sólo puede estar “disponible” cuando no está casada. Así, a cada autoridad se le cobra por la virginidad del animal. Y en el caso de que alguno de ellos se rehusara a pagar la cantidad estipulada, los mareños tienen la facultad de meterlo a la cárcel. El grupo ceremonial de los mareños no es el único que aprovecha la pérdida de la virginidad para conseguir dinero. Los negros, otro grupo que se presenta en esta fiesta, cargan a una muñeca de madera llamada Bonifacia para exigir, una vez que se obliga al cabildo a bailar con ella, el pago de la “manoseada”.
  • Estos tres temas significativos no están desligados, sin embargo, de la división territorial e ideológica que presentaba el pueblo. Siendo la población de abajo, según los de arriba, los atrasados, los cerrados al progreso e incluso los más indígenas de todo Huamelula, los grupos ceremoniales conquistados espiritual y territorialmente son los turcos y los negros, que, como mencionábamos, sus integrantes provienen de la parte de abajo. No es gratuito que la primera escuela del pueblo haya sido construida en la parte de arriba. Este aspecto acrecentó las diferencias culturales a mediados del siglo XX. Se cuenta que, para ese entonces, la mayor parte de la población de la parte de arriba era bilingüe, mientras que la población de la parte de abajo presentaba grandes índices de monolingüismo. En otras palabras, toda la historia de la conquista está representada por los bandos de los de abajo, que históricamente son los conquistados, los supuestamente atrasados, y por los bandos de la mitad de arriba que representan históricamente a los conquistadores, los representantes de la religión católica y la parte progresista del pueblo.

En la festividad del mes de diciembre, iniciada con el nacimiento de la Estrella, seguida por el nacimiento del Niño Jesús y la celebración del Santo Niño de Atocha, y concluida por la fiesta de San Sebastián del 20 de enero; los acólitos tenían una participación importante en las representaciones dancísticas. Por ejemplo, para la primera de estas fiestas, los acólitos bailaban los primeros sones de la “danza del Tyityo”, con su madre o con su futura novia. Para ese día, tenían que dar una iguana para la comida de esa fiesta que era financiada por los fiscales de la iglesia. Además, durante todo el mes de diciembre, la danza se presentaba en la casa particular de cada acólito y tenían que dar un convite. Los acólitos descargaban el 20 de enero de cada año, es decir, en la fiesta de San Sebastián en donde también participaban tres de ellos para la representación del Santo. Una vez que sirvieron de acólitos, los hombres podían seguir dentro de la iglesia o bien en los cargos civiles o dentro de un grupo ceremonial. Si optaban por la vía religiosa, entraban como “visinales”.  El cargo de diputado auxiliaba a los mayordomos de las diferentes festividades religiosas como la de San Pedro, Santa Lucia, Soledad, Santísimo, San Sebastián y Jesús Nazareno. Tenían por obligación dejar “flor y vela” todos los domingos a las diferentes imágenes religiosas, así como limpiar el altar de la iglesia. Como en los cargos civiles, los diputados servían por un año y “descargaban” el 20 de enero.
Los primeros cargos del sistema religioso (vecinales, diputados y sacristanes) eran equivalentes con los primeros cargos civiles (agentes, topiles y tenientes), de tal forma que los hombres podían transitar de la iglesia al municipio y culminar su servicio en este último, para formar parte del Consejo de Ancianos. El desempeño de los fiscales no culminaba cada año, sino que comprendía tres o cuatro..

Una de las ventajas de pertenecer a un grupo ceremonial es que a la hora de dar tequio, es decir, el trabajo comunitario y obligatorio que se exige a cada hombre para las mejoras del pueblo, a los integrantes de estos grupos ceremoniales se les permite dar la mitad del trabajo establecido para la mayoría de la población.

El “costumbre” y el “cumplimiento”, son los rituales que se llevan a cabo cuando las autoridades toman el cargo en el mes de enero. Estos rituales tienen como fin augurar el buen desempeño de las autoridades. Acompañado de un riguroso ayuno y de abstinencia sexual, los cargueros entrantes hacen una ceremonia en la punta del cerro, quemando copal, poniendo ofrendas con varas de ocote y matando pollos o guajolotes. En la cima del cerro piden por el pueblo; para que no pasen catástrofes naturales y muertes violentas durante su servicio.

Entre finales del XIX y mediados del XX, el sistema de cargos era como sigue:

  • Todo hombre no formase parte de un grupo ceremonial o que no tuviese un hijo de acólito, tenía que participar en el sistema de cargos, una vez que se había casado. Al iniciar su vida adulta, tenían por obligación desempeñar el cargo de topil o policía. Existían hasta la década de los setenta cuatro grupos de doce personas de la misma mitad y barrio, con un sistema de rotación. Cada grupo prestaba su servicio por quince días seguidos y era relevado por otro, de tal forma que al pasar los cuatro se completaban dos meses. Cada año eran relevados los grupos por el cabildo. Un grupo estaba formado por:
    • Un teniente como dirigente. Algunos tenientes podían acceder a los cargos dentro del cabildo.
    • Un alcaide encargado de la puerta de la cárcel.
    • Cuatro topiles para hacer mandados y llevar mensajes a la población. Un hombre empezaba de topil su carrera para ascender por lo menos hasta el cargo de teniente.
    • Seis agentes que trabajaban como vigilantes en la noche.
  • El cabildo estaba conformado por el presidente municipal, el síndico, el alcalde y tres regidores. Cada uno de estos cargos tenía un suplente y todos (excepto el alcalde), tanto titulares como suplentes, eran elegidos en las asambleas presididas por el consejo de ancianos. El alcalde, los topiles, los tenientes y todos los cargos pertenecientes a la iglesia de San Pedro y San Sebastián eran elegidos directamente por el presidente y el cabildo.    
  • El presidente municipal era el último cargo del sistema y el vínculo entre el orden político y el religioso. Así por ejemplo, el presidente, junto con una comitiva, era el encargado de abrir el tiempo y pedir las lluvias a tres encantos llamados José Joaquino, Sirena Cantadora y Juana de Agua. Si no cumplía, la gente lo señalaba como el culpable de la mala cosecha provocada por las sequías que continuamente se presentan en la región. De una terna de candidatos, la gente votaba para nombrar a su máxima autoridad; después de la votación, los perdedores de la terna no eran excluidos para dar su servicio, sino que eran colocados como subalternos del presidente municipal. Hay que señalar que ese cargo, la máxima autoridad del cabildo (por lo menos desde principios del siglo XX), no era tan codiciado como en la actualidad. Esto facilitaba el sistema rotativo y equilibrado, impidiendo el monopolio en una sola mitad del pueblo. De esta forma, tanto a la gente de abajo como a la de arriba se les exigía participar en el sistema. 

Con el sistema de partidos que rige actualmente la vida política en Huamelula, se han perdido muchos aspectos de la vida ceremonial que estaban relacionados con el sistema de cargos. Son excepcionales los presidentes que deciden guardarlos cada principio de año. En los años setenta, Huamelula se abrió al exterior. Se construyó la carretera que conecta con Salina Cruz, provocando una inusitada migración masculina a las ciudades regionales y nacionales. A cambio, se consolidaron los partidos políticos y los programas nacionales de carácter paternalista, con un claro enfoque electoral. Todo ello modificó los criterios para elegir a las principales autoridades del sistema, así como las mismas reglas de elección marcadas por la tradición. El sistema de cargos ya no fue más una obligación para todo hombre casado, con la posibilidad de ascender hasta el último cargo; en vez de ello cada escalafón se convirtió en un puesto político bien remunerado. El requisito de ir ascendiendo de acuerdo al orden de los peldaños del sistema, desapareció. Una de las principales consecuencias de este cambio fue la monopolización del poder que mantuvo hasta hace algunos años la parte de arriba del pueblo. Dividida la población por diferencias de corte político y cultural, la parte de arriba fue favorecida, por el partido político dominante para mantener la presidencia municipal en nombre del progreso. Desde mediados del siglo XX hasta la actualidad, más de la mitad de los presidentes municipales han surgido de la parte de arriba del pueblo. La población se dividió entre los “carrancistas” y los “camilistas”, grupos que tenían una fuerte presencia en Juchitán y Tehuantepec. En realidad, esta división correspondía a la conformación de las dos mitades “de abajo” y “de arriba”.

  • Los tradicionalistas (abajeños o personas de la parte de abajo) militaban en el Partido de la Revolución Democratica (PRD).
  • Los progresistas (arribeños o gente de arriba), militaban en el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
  • Esta división, en los últimos años, se ha ido diluyendo.


A pesar de que en Huamelula existe una gran cantidad de familias nucleares, los solares están constituidos, generalmente, por varias casas donde suelen vivir familias enteras totalmente emparentadas. La cercanía de estas viviendas en un solo solar y el predominio de apellidos circunscritos a determinados barrios nos habla de un sistema virilocal y de una escasa movilidad de los matrimonios. Los hogares están construidos de forma rectangular y con techos de dos aguas cubiertos con tejas. Antiguamente se utilizaba el adobe; ahora se prefiere el tabique y el bloque.


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