jueves, 2 de diciembre de 2010

Géricault. La balsa de la Medusa.

Géricault. La balsa de la Medusa. 1819. Paris. Louvre
En 1816 naufragó la fragata Medusa, navegando hacia el Senegal. Al mando estaba el incompetente De Chaumereys, quien había conseguido el cargo por favoritismo. Solo había lanchas de salvamento para 250 personas. Otras 149 fueron alojadas en una balsa improvisada que pronto tuvo que ser abandonada a su suerte.  Tras 12 días de horror, locura, canibalismo y muerte, un navío logró el rescate de los 15 supervivientes, por pura casualidad, ya que no se organizaron expediciones de rescate.
Se habían producido varias negligencias burocráticas relacionadas con el naufragio. Ello fue aprovechado por la oposición al gobierno borbónico para organizar un gran escándalo. Géricault colaboró con algunas litografías.
Obsesionado, Géricault se entrevistó con los supervivientes y con el carpintero que había construido la balsa y frecuentó hospitales y el depósito de cadáveres para tomar estudios preparatorios, iniciando una afición por lo morboso que ya no le abandonaría.
Géricault. Estudio para El naufragio de la Medusa.
Géricault. Dibujo para El naufragio de la Medusa.

Géricault. Dibujo para El naufragio de la Medusa.
En las diagonales que se cortan, el exceso de retórica y el tratamiento de la luz apreciamos la influencia barroca. Una diagonal parte del cadáver con las piernas en el agua, sujetado por un anciano con un estela rojiza que destaca y asciende hasta el marino que agita un trapo en dirección al barco que apenas se vislumbra en el horizonte. El sentido ascendente y de izquierda a derecha de la línea marca la sucesión de sentimientos, desde la desesperación a la esperanza.
La balsa se adentra en el espacio pictórico y las figuras agrupadas en pirámide acentúan este movimiento. El viento lleva la balsa en dirección opuesta al barco, hacia la muerte.
Los tonos cálidos (beis, negro y pardos) producen una impresión dramática de angustia y desamparo. La pincelada es suelta e imprecisa, típica de la pintura del romanticismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario