sábado, 17 de octubre de 2009

José Enrique Campillo: Alimentación y evolución humanas

José Enrique Campillo es catedrático de Fisiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Extremadura.
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Esta conferencia celebrada en la Universidad Oberta de Catalunya, el 22 de septiembre de 2009, versa sobre la alimentación y evolución humanas.



Campillo nos recuerda que desde un punto de vista darwiniano somos lo que comieron nuestros ancestros. Nuestros genes apenas han cambiado en los últimos 300.000 años. Nuestro linaje se separó del linaje del chimpancé hace 7 millones de años y Campillo cita al Ardipithecus ramidus que vivió en las selvas del Este de África hace 5 millones de años como uno de nuestros "antepasados" más característico. Era hervíboro.
Los hervíboros no sintetizan los vegetales directamente: tienen estómagos o largos intestinos colonizados por microorganismos que sí lo hacen.
Hace 4 millones de años un cambio geoclimático hizo que los alimentos vegetales escasearan. La bipedestación (Australopithecus afarensis) con la libertad de acción para las manos, la pérdida de los colmillos con la posibilidad de movimiento lateral de la mandíbula y comer así cosas más duras y la capacidad de acumular grasa fueron evoluciones que permitieron al linaje la supervivencia.
Hace 2 millones de años aumentó la sequía. Existe ya el Homo, muy parecido a nosotros pero con un cerebro más pequeño. El Homo tuvo que recurrir a la caza. La caza era muy difícil para aquellos individuos y la mayor parte de las veces tenían que conformarse con la carroña. Para raspar el hueso y romperlo llegando al encéfalo y al tuétano utilizaban piedras. Nuestro cerebro va creciendo y esto tiene que ver con el consumo de carne. No somos hervíboros y solo podemos comer unos vegetales "raros": las hortalizas y las verduras. El cerebro y el intestino consumen la mitad de la energía de un animal. Esto impide tener un cerebro y un intestino grandes simultáneamente. La reducción del intestino, típica de los carnívoros, permitió el incremento relativo del cerebro.
Campillo destaca que tenemos un genotipo ahorrador. Todo animal debe pagar un gasto de energía muscular para conseguir alimento. Once mutaciones genéticas seleccionadas por la evolución permitieron al Homo economizar energía. El sedentarismo permite una expresión incorrecta de estos genes y ello causa una efermedad carencial que se cura haciendo ejercicio.
Hace 15.000 años, gracias a la agricultura y ganadería, el ser humano pudo disponer de nuevos alimentos: leche, cereales, legumbres, alcohol, grasas y aceites, sal, dulces... La revolución tecnológica trajo consigo nuevos alimentos y máquinas que ahorran esfuerzos. Cada vez comemos menos cosas diferentes (embudo alimentario).
Campillo nos recuerda la necesidad de compatibilizar nuestro diseño evolutivo con el modo de vida actual, haciendo ejercicio (el que correspondería para cazar o cultivar lo que comemos).

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